Imagina esto: tienes usuarios trabajando desde casa, desde una cafetería o desde otro continente. Algunos usan portátiles corporativos, otros traen su propio dispositivo. Todos necesitan acceder a tus aplicaciones internas o entornos cloud.
¿La solución tradicional? Una VPN que abre el grifo a toda la red interna.
¿El resultado? Exposición innecesaria y alto riesgo.
Así cayó Ingram Micro en 2025: su VPN fue el punto de entrada para un grupo de ataque que paralizó pedidos globales. En el mismo año, un zero-day en Ivanti Connect Secure permitió a atacantes instalar malware sin ni siquiera autenticarse.
En ambos casos, la VPN fue la puerta mal vigilada. Por eso soluciones como Cloud Secure Edge aplican otro enfoque: acceso granular, verificación previa del dispositivo y control continuo desde la nube. Nada entra sin permiso. Nada se mueve sin validación.