
El aumento constante de ciberataques y la creciente complejidad de los entornos empresariales híbridos dificultan la protección integral de las organizaciones. Los atacantes aprovechan estos escenarios y la falta de vigilancia fuera del horario laboral, logrando permanecer en los sistemas hasta seis meses antes de ser detectados. Una respuesta tardía ante una alerta crítica puede convertir una brecha menor en un incidente grave.



